martes, 20 de julio de 2010

Noches de verano


Cuando la ciudad comienza a apagarse, pequeñas luces naranjas van surgiendo en el horizonte. Desde mi ventana puedo verlas brillar, unas más cercanas que otras, como símbolo del progreso humano y en contraste con el azul oscuro del cielo estrellado.

Es el preludio de la noche, esta noche de verano calurosa, en la que el calor se pega sobre la piel. Me asomo al ventanal y siento una suave brisa acariciar mi rostro.

Ojalá la vida fuese tan fácil como sentarse a observar el horizonte en esta noche de verano. Ojalá las preocupaciones y problemas se esfumaran al alba. Ojalá ni siquiera tuviera que preocuparme de que es demasiado tarde para estar aquí, que debería estar durmiendo aunque Morfeo no llegue para transportarme al mundo de los sueños.

Mañana despertaré con el color anaranjado del alba, y poco a poco las luces se irán apagando para dar paso a un nuevo día. Desaparecerá la magia de la noche, con su complicidad bohemia para dar paso a la luz del día que nos dejará desprotegidos a las miradas de los transeúntes con los que nos cruzaremos en el camino de nuestra rutina.


Audio del día: Amaral - Esta madrugada

2 comentarios:

  1. Cuando la noche se posa en la ciudad, esta parece otra, más tranquila, enseña otra cara y hace que el individuo reflexione sobre él mismo.

    Besazos de ciudad!!

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  2. Que bonito texto! Es cierto, Yo creo que cada lugar en el mundo tiene su cara al anochecer, cambiando por completo la imagen que se tiene cuando el sol está arriba.
    Las noches para pensar es lo mejor, tambien parece q por las noches "sientes más", estás mucho más susceptible a todo lo que te rodea... la soledad tambien hacen mella y sobre todo...el silencio

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